jueves, 20 de marzo de 2008

RESUMEN DE LA TRAVESÍA DEL AÑO 2000

TRAVESIA HOMENAJE A LOS LIBERTADORES DE 1825
16 al 19 de Abril de 2000


Al cabo de casi un año de reuniones, coordinaciones y entrevistas, finalmente, el 15 de abril próximo pasado se reunió un heterogéneo grupo, compuesto de 33 entusiastas en las instalaciones del Club Náutico San Isidro (R.A) punto de partida de la Travesía Homenaje a los Libertadores de 1825. Se materializaba de esta forma un proyecto surgido durante un asado de amigos en la casa de Daniel Cabo, que comenzó como una travesía en canoa con motivo de conmemorarse los 175 años de la Gesta Libertadora de los Treinta y Tres Orientales y terminó transformándose en un evento decretado de Interés Nacional, que involucró a unas 50 personas y numerosas Instituciones Públicas y privadas de ambas márgenes del Plata con una inversión de U$ 20000 y que hizo necesaria la conformación de una Comisión Coordinadora de Homenaje a los Libertadores de 1825 en el seno de la Liga Marítima. Finalmente, en la marina del Club, amarradas, flotaban las tres falúas cedidas por la Armada Argentina que idealizarían aquellos maderones utilizados 175 años atrás.
Reunidos bajo un mismo propósito, homenajear en una forma especial a los Libertadores de 1825, el grupo comenzó a conocerse y se amalgamó rápidamente, palpándose un ambiente excepcional de camaradería y colaboración. Así, ese mismo día se sortearon las tripulaciones y se llevó a cabo una rápida instrucción de remo, la que más que instrucción fue un bautismo para la mayoría y que junto al alistamiento de las embarcaciones nos dejó conformes y con la tranquilidad de que ya tan solo era partir. Pero si de bautismo se trata, debemos citar que a cada falúa se le enarboló una bandera de los Treinta y Tres Orientales en su proa, lo que las identificó definitivamente con nuestro propósito.
Las falúas contaban con 10 remos, 9 metros de eslora, 2 metros de manga y no más de 0.50 mts. de francobordo, una pequeña cubierta a proa y otra a popa y un motor F/B de 25 HP que proporcionaría una velocidad de 6/8 nudos (garantía necesaria para completar la travesía en los tiempos establecidos).Tampoco disponían de refugio alguno para la tripulación o compartimentos estancos, lo que daba de por sí una clara idea de las precauciones de seguridad que deberían ser observadas durante el periplo que insumiría 88 millas náuticas.

PRIMER ETAPA:
El domingo 16, atuendos gauchescos de por medio, zarpamos temprano, navegando por el arroyo Sarandí los pocos metros que nos separaban del otrora Puerto Sánchez lugar donde hoy día se encuentra el Monumento a los Treinta y Tres Orientales por ser el lugar de zarpada de los Patriotas de 1825 y donde a las 10:00 horas daría comienzo la Ceremonia previa a nuestra zarpada, la que contaría con la presencia de altas autoridades de ambas márgenes del Plata quienes hicieron uso de la palabra y depositaron ofrendas florales al pie del Monumento.
De esta forma y con la emoción que significa entonar nuestro Himno en otro suelo que no sea el Patrio, comenzaba el periplo, dándonos una tenue muestra de lo que nos depararía La Agraciada, ya que fuimos aplaudidos y saludados por numeroso público, además del acompañamiento de una nutrida flota que se hizo presente a pesar del clima amenazante y ventoso.
Poniendo en práctica los conocimientos adquiridos la tarde anterior y con toda la energía que proporcionaba la emoción, los remos nos impulsaron rápidamente por el corto tramo que quedaba del Sarandí recibiéndonos el Luján con una considerable marejada generada por los fuertes vientos del sudeste, como para probarnos de entrada.
La navegación transcurrió inquietante durante el primer tramo debido a la proximidad de las embarcaciones acompañantes y el gran tránsito del Río Luján. En su recorrido, la marejada generada por las lanchas rápidas y buques de porte que se aproximaban a curiosear nos hicieron embarcar agua más de una vez, por lo que la tarea de los Guardacostas de la Prefectura Naval Argentina y las embarcaciones de FUNADE revistió vital importancia previniendo así accidentes que son comunes en estas aguas.
Esta situación cambió radicalmente al llegar al Paraná de las Palmas donde las únicas embarcaciones en el agua eran las nuestras y las de escolta, y las lujosas construcciones en la costa fueron sustituidas por el monte indígena. Allí fue donde realmente nos sentimos “solos”, ya que el mal tiempo reinante y la inmensidad de la naturaleza que nos rodeaba nos hizo tomar cabal conciencia de la distancia que debíamos recorrer por parajes poco o nada poblados siendo inevitable pensar: “si hoy día es así cuanto peor seguramente fue para aquellos cruzados de 1825”.
Aproximadamente a las 1700hs. dimos el primer descanso a los 25 caballos y haciendo trabajar los remos nuevamente, al son de boga boga finalizamos exitosamente nuestra primer singladura de 23 millas náuticas. Alojándonos en las instalaciones del Club Motonáutico Argentino, a la hora de la cena, se improvisaron sckechs cómicos y afloraron sentidas palabras de regocijo que descargaron un poco la emoción acumulada en el día. Otra de las actividades que surgió espontáneamente fue la de los fogones, luego de la cena y de sobremesa se organizaron fogones, donde el historiador Frogoni nos ilustraba sobre diferentes hechos de nuestra Historia Patria, sobre todo del que nos congregaba, allí eran palpables los sentimientos patrióticos del grupo en una especie de místico clima en el que casi se podía sentir la presencia del fantasma de alguno de aquellos cruzados que nos inspiraban.

SEGUNDA ETAPA:
El lunes 17 amaneció soleado y el cielo despejado, lo que hizo que el paisaje presentara una belleza indescriptible donde el sol naciente con su luz ámbar hacía resaltar los mil tonos de verde de la exuberante vegetación que bordeaba el río que con su mansedumbre nos invitaba a recorrerlo. Luego de un rápido alistamiento, zarpamos temprano y al golpe de la pala de los remos en el agua, siendo esta segunda pierna la más larga (34 millas náuticas). Pero a la hora tuvimos el primer y único percance del viaje, el mismo fue la avería del soporte del motor de la falúa Nº 3, aparentemente una soldadura defectuosa no soportó el importante esfuerzo que le imprimía el motor impulsando tamaño casco con la carga que transportaba.
Aquí se destacó el apoyo de la Armada Argentina y una coincidencia salvadora. Habiéndose dispuesto el acompañamiento del ARA CORMORAN, la misma, y debido a una reparación que se le había efectuado, tenia a bordo olvidada una soldadora eléctrica la que nos sacó del apuro.
Subsanado el inconveniente se continúa la navegación y para el mediodía se termina la bonanza del clima llegando a la confluencia del Paraná Miní y el Paraná Guazú, con un cielo encapotado y fuertes vientos del SE.
A partir de aquí el mal tiempo ya no nos dejaría, siendo la lluvia nuestra persistente compañera.
Esta etapa se caracterizó por lo rápido que la realizamos, ya que si bien navegamos corriente en contra el fuerte viento y la importante marejada nos impulsaron velozmente entre grandes olas que nos hacían barrenar cual tablas de surf. Tanto fue así, que en una de esas barrenadas una de las falúas perdió el gobierno y se atravesó a la marejada por lo que casi se produce el único accidente marítimo de viaje al pasarle muy cerca a la que navegaba a su lado bajo la mirada atónita de los tripulantes. Al finalizar esta segunda etapa, el punto de recalada elegido fue el Camping Club de la Isla ubicado a pocos metros aguas abajo del puente Zarate – Brazo Largo al cual llegamos remando como de costumbre. Nuevamente, al igual que en la recalada anterior, disfrutamos de una cena plagada de comentarios y anécdotas del viaje, siendo blancos mutuos de las bromas que iban y venían. Mientras tanto y en un alarde de tecnología se transmitían vía Internet fotografías con las vivencias del día, hecho que da una real idea de las ventajas de que disponíamos con respecto a nuestros antecesores. Tampoco faltó la emotividad que significó que se nos requiriera una banderita de los 33 Orientales firmada por todos, para los propietarios del Parador.

TERCER ETAPA:
Luego de un reparador descanso nos aprestamos a iniciar la tercer singladura, la que por ser la más corta no necesariamente fue la más sencilla (20 millas náuticas).
Contrastando con el ánimo de todos, el día amaneció nublado y a punto de llover. Por contrapartida hubo consenso general en cruzar a remo por debajo del puente Zarate - Brazo Largo, lo que originó una especie de regata improvisada, que puso de manifiesto la gran motivación de todos, la importante carga emocional hizo que se remaran aproximadamente mil metros río arriba en contra de la importante corriente.
Los mismos fueron recorridos con una precisión y ritmo, como si se tratara de expertos remeros. Cuando la euforia dio paso al agotamiento, ya casi estábamos internados en el río Brazo Largo, donde fuimos recibidos por la lluvia, que tenazmente nos acompañaría el resto del día.
Cuanto más nos internábamos en el Brazo Largo, más espesa se tornaba la vegetación, así como estrechas las márgenes, hasta el punto en que debimos abrirnos paso con los remos apartando los camalotes, quedando la superficie del río a la vista únicamente en nuestra estela.
El avance iba en proporción directa con la hipotermia producida por la lluvia, aunque la belleza del desolador paisaje era atrapante y como nota diferente nos cruzamos en medio de aquellos parajes con una lancha de transporte escolar desde la cual se agitaron decenas de manitos saludando el paso de las falúas, hecho que matizó la monotonía de la navegación.
Así, llegamos a la isla de Brazo Largo, punto de reunión de los Patriotas de 1825 y al igual que para aquellos, era nuestro punto de recalada ineludible. Allí desembarcamos y al reparo del alero del Destacamento de Prefectura Pedro Virtuani, que se encontraba inhabilitado pero que constituyó, de todas formas un estupendo refugio recibimos otra reseña histórica del Profesor Frogoni que nos transportó en el tiempo e hizo que casi sintiéramos la presencia de aquellos cruzados ocultos en el silencio del bosque coordinando y programando la invasión. Al cabo de la charla surgió espontáneamente la necesidad de dar voces de “viva la patria”, las que culminaron con el izado de una banderita de los 33 en el mástil del Destacamento.
Finalizada esa improvisada especie de ceremonia partimos hacia Villa Paranacito a donde arribamos poco después remando bajo la pertinaz lluvia, amarrando en el Destacamento de Prefectura en el que fuimos amablemente recibidos por el Prefecto y su Plana Mayor, los mismos nos facilitaron la información meteorológica y se pusieron a la orden para lo que pudiéramos necesitar.
Aquí se suscitó el único incidente del viaje, el que consistió en una breve constatación de la profundidad que tiene el muro de amarre de la Prefectura por parte de uno de los tripulantes apodado cariñosamente como “TOPO”. El mismo, al pretender desembarcar resbaló en la cubierta de la falúa y dando muestras de ser un excelente clavadista, se zambulló en forma espectacular. De inmediato fue socorrido y con alegría constatamos que no pasó de un susto que no hizo más que aportar más material para amenizar el almuerzo. Luego de repostar combustible, continuamos la navegación, hasta arribar al Parador de Villa Paranacito en el que los aplausos con que fuimos recibidos se confundieron con las voces de mando para los húmedos remeros, caluroso final de la pierna.
Una vez desembarcados e instalados se impuso el ansiado almuerzo al calor de una enorme salamandra que congregó tanto a tripulantes, como a numerosas prendas a su alrededor.
Esta última escala fue plena de emociones, ya sea por la ansiedad que provocaba el inminente desenlace, o por el nerviosismo que implicaba el desafío final, que era el cruce del Río Uruguay con las malas condiciones climáticas que imperaban y que los pronósticos indicaban que lejos de mejorar empeorarían.
O sencillamente por ver ya cerca el final de aquella maravillosa experiencia, de aquella espectacular comunión de un grupo humano de conformación tan heterogénea que se había consustanciado tan profundamete con un objetivo común. Esa noche, comentando la factibilidad del cruce en las condiciones climáticas pronosticadas, surgió de uno de los tripulantes el vaticinio de que no sólo se iba a poder cruzar, sino que al arribar a la playa iba a salir el sol, no faltando el conocido “remedio casero” consistente en una cruz de sal para que mejorase el tiempo. Evidentemente se tenían que dar varias condiciones, tales como: tener la suficiente altura de marea para poder acceder al Río Uruguay desde el Brazo Chico donde suele haber 50 centímetros de agua en los bancos de su desembocadura, que los fuertes vientos amainen, que la lluvia también nos diera un respiro, y si todo esto se cumplía, llegar a La Agraciada a la hora establecida y encajando justo en los actos programados.
Con todas estas incertidumbres nos fuimos a descansar.

CUARTA Y ULTIMA ETAPA
Muy temprano en la madrugada, antes del amanecer, comenzó nuestra febril actividad alistando las falúas y preparando todos los detalles para la trascendente y decisiva pierna final, la que insumiría tan sólo 11 millas náuticas. Zarpando con las primeras luces y combatiendo el frío con los remos, pudimos apreciar cierta mejoría en el clima ya que había dejado de llover y no se sentía mucho viento, lo que fue recibido con buen ánimo. A su vez, esperábamos ansiosos el informe radial del ANTU (Crucero de FUNADE que nos guió y acompañó todo el trayecto), el que adelantándose nos avisaría de cuales eran las condiciones en el Río Uruguay.
Ya claro, dejamos atrás nuevamente la isla Brazo Largo y encaramos las últimas millas por el Delta, cuando recibimos con gran algarabía la noticia de que el Río Uruguay estaba calmo.
Para completar las buenas noticias, en la desembocadura del Brazo Chico encontramos agua más que suficiente provocada por los fuertes vientos que habían soplado del sector sur, así que ahora sólo nos quedaba enfrentarnos a ese imponente Río Uruguay que apareció frente a nosotros aparentemente calmo pero con el cielo encapotado y amenazante, con chubascos de lluvia que por momentos ocultaban la costa oriental.
La suerte estaba echada, con decisión emprendimos el cruce que al llegar a su punto medio se tornó algo movido, lloviendo de a ratos, pero cuando quisimos acordar apareció recortado en la costa, destacándose entre el verde del monte, el resplandeciente obelisco blanco de La Agraciada, entonces las condiciones de navegación pasaron a segundo plano y todas las mentes se concentraron en aquella figura y en el arribo.
Al acercarnos no dábamos crédito a lo que veíamos, la multitud era tal que había gente hasta el borde mismo del agua de manera tal que parecía que al embicar golpearíamos a las personas que nos esperaban.
Pronto, se comenzaron a escuchar los gritos de bienvenida y los poderosos 25 caballos que nos habían empujado tantas millas fueron relevados una vez más por los no menos
poderosos 10 remos. El arribo se produjo bajo los rayos del sol, tal cual había profetizado nuestro tripulante la noche anterior, en medio de una multitud que apenas nos permitió desembarcar y que no se cansaba de pedir, luego del acto, autógrafos y fotografías tal como si fuéramos grandes personajes.
Durante el acto y al entonar las estrofas del Himno Nacional parados frente al Palco Oficial, la emoción fue tal, que muy pocos lograron permanecer “enteros”, ya que fue el momento culminante donde tomamos real conciencia del sentimiento que despertaba lo que habíamos llevado a cabo no sólo para nosotros sino para todos los presentes. En muchas ocasiones se habló de lo que podía ser el arribo a La Agraciada, pero la realidad superó todos los cálculos, siendo ciertamente el broche de oro de la travesía. A continuación y “desvestidas” las falúas de sus banderas, las mismas fueron entregadas al Sr. Presidente de la República, al Sr. Intendente de Soriano y a la Directora de la Escuela de La Agraciada respectivamente.
Finalizando, cabe destacar la buena disposición que encontró en todos los ámbitos el proyecto, trascendiendo fronteras al punto que tal como lo expresara el C/N J. Nosei en su discurso en la ceremonia de zarpada de S. Isidro, se repite la historia, la Gesta Libertadora de los Treinta y Tres Orientales fue posible gracias al apoyo de los argentinos al igual que también lo fue nuestro homenaje 175 años después.

PARTICIPANTES DE LA TRAVESIA
C/N(CG)®Jorge Nosei Liga Marítima , Daniel Cabo Comerciante y precursor, Jorge Cabo comerciante y precursor, Javier Alonso representante de la Comunidad uruguaya en Australia , Miguel Reboledo empleado y precursor ,Jorge Frogoni Historiador del Museo Municipal de Nueva Palmira , Alejandro Suárez Corredor de Seguros , Guillermo Osorio Docente del Liceo de Nueva Palmira , Héctor Ures comerciante de Canelones , Alberto Ruiz Sanitario , Nicolás Borges Estudiante , Ernesto Lopez Diputado por Rivera descendiente , C/C(CP) Carlos Alonso Armada Nacional Club Naval , Tte.Cnel.Enrique Oribe Ejército Nacional , Ing. Agr.Eduardo Lena Treinta y Tres , T/N (CG) Alfredo Barrán Armada Nacional Club Naval descendiente ,Fernando Araujo Subsecretario del Ministerio de Educación y Cultura , Mario Viotti Edil por el Depto. De Soriano , Dr. Anibal Moll Director de Higiene IM de Soriano , Aparicio Imas Edil por el Dto. De Soriano, Ariel Frontán Secretario Gral. Asociación Patriótica de Soriano, Pedro Barrán Corredor de Seguros descendiete , Enrique Morandi Asociación Honoraria de Salvamentos Colonia , Alf.Germán Ramírez Ejército Nacional , Alf. Hugo Casales Ejército Nacional , Alf. José Terra Ejército Nacional , C/C(CG)Homero Boz Armada Nacional Club Naval , Andrés Canavesi Estudiante , Pablo Pegazzano Asociación Honoraria de Salvamentos Carmelo , Luis Gaona Analista de Sistemas de Carmelo , Fernando Ures Contador , Dr. Ruben Amado Ministerio de Salud Pública , Washington Fernández Periodista del Eco de Nueva Palmira.

Capitán de Corbeta (CP) Carlos Alonso

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