martes, 7 de julio de 2009

JUAN ANTONIO LAVALLEJA

JUAN ANTONIO LAVALLEJA
(Datos tomados del libro LOS LIBERTADORES DE 1825 de Aníbal Barrios Pintos)


“Era hijo de Manuel Pérez de la Valleja (así firmaba), del lugar de Bielba, en las montañas de Santander, obispado de Oviedo y de Ramona Justina de la Torre, natural de Montevideo. Sus padres que se habían casado en Canelones, llegaron a establecerse en la Villa de la Concepción de Minas hacia abril o mayo de 1784.
Fue bautizado el 8 de Julio de ese año en la capilla lugareña, días después de haber nacido.
Por la misma época, un niño de once años, un niño que luego llegaría a ser el Jefe del Ejército del Norte, sobre el Alto Perú, director supremo de las Provincias Unidas y gobernador provisorio del Estado oriental veía el mismo paisaje en la villa serrana: JOSÉ RONDEAU.
En un documento de 1798, el entonces alférez de caballería de milicias del partido y jurisdicción de Minas, Manuel Pérez de Lavalleja expresa que su hijo mayor Juan Antonio, de catorce años entonces, le auxiliaba en las tareas de campo en su establecimiento de chacra cercano a la villa.”
“….En 1811, al surgir por los campos orientales el ejército nuevo de Artigas que va a luchar por la causa de la libertad, se incorpora en la flor de la juventud con 26 años cumplidos a las caballerías de Manuel Francisco Artigas, que con más de doscientos combatientes rinden el 24 de abril la villa de Minas.
Desde ese momento entregará todas sus fuerzas vitales a la revolución sin ningún renunciamiento.
Pelea en las Piedras con el grado de teniente y luego del primer sitio de Montevideo, sigue junto al pueblo oriental cuando va marchando por los campos en su derrota hacia el norte, tratando de cruzar el río que va a dar nombre a nuestra patria.
En esa enorme columna que unía a todos, iba también su madre, ya viuda en un carruaje, con un hijo y seis hijas menores de edad.
Cuando en 1813 regresa el ejército oriental y sitia nuevamente a Montevideo, se oirá su voz desafiante incitando al enemigo al combate individual….”
“…..En 1815 se encontrará en el decisivo combate de Guayabos, a las órdenes de Fructuoso Rivera, derrotando a Borrego.
Destacado en Colonia, después que Rivera emprendiera su marcha a Montevideo para ejercer el cargo de comandante militar, desde julio de 1815 queda al frente de la comandancia de dicha plaza….”
“…..En 1816 combate a la invasión portuguesa en la tierra solariega que conoce como pocos. Con cuatrocientos hombres de caballería hostiliza desde los potreros de Casupá las fuerzas del general Silveira y las somete a asedio cuando éste llega a la villa de Minas.
Paso de Cuello, pintado, Toledo y Maroñas son testigos de su heroica tarea en la guerra.
Por esa época contrae matrimonio con Ana Monterroso, hermana del elocuente y fervoroso secretario de Artigas, José Benito Silverio Monterroso. El casamiento se realiza en Florida, el 21 de Octubre de 1817, por poder, representándolo en dicho acto Fructuoso Rivera, de quien posteriormente será compadre.
En el año 1818 se separa de la división de Rivera y marcha a Purificación, al Cuartel de Artigas, quien le confía el mando de la vanguardia patriota cuando el general Curado penetra en territorio de la Provincia Oriental.
Su arrojo y excesiva confianza, lo hacen caer prisionero de los portugueses, el 21 de febrero de ese año, en las puntas del arroyo Valentín (Departamento de Salto). Trasladado en calidad de prisionero a Río de Janeiro, permanecerá primeramente confinado a bordo de un pontón y posteriormente en la prisión militar de la Isla Das Cobras, en la bahía de Guanabara. Hasta allí le acompaño Ana Monterroso, con la cual se había reunido inesperadamente sobre el Uruguay, después que con su hermana Francisca hubieron de buscar refugio en la villa del arroyo de La China, ante la invasión del portugués Curado. De sus encuentros con su esposo en su cautiverio nacerán sus hijos Rosarura, Elvira y Egidio.
En 1821, luego de tres años de confinamiento y en oportunidad de la independencia del Brasil, regresó libre a su patria, entonces denominada Provincia Cisplatina y en el mes de octubre ingresa en el Regimiento de Dragones de la Unión comandado por el coronel Fructuoso Rivera, con el grado de teniente coronel.
Lavalleja por 1822


En 1822 Lavalleja adhiere al movimiento independentista iniciado por la “Sociedad de Caballeros Orientales” y el Cabildo de Montevideo, pero alertado Lecor de sus actividades revolucionarias tiene que huir con unos “cuarenta hombres …..”
“……En tierra argentina, continuó su empecinada porfía revolucionaria en Santa Fé, luego de procurar infructuosamente la adhesión de Entre Ríos, pero fracasado el movimiento independentista, se retiró posteriormente a Buenos Aires, donde en 1824 arrendó el saladero de Pascual Costa en Barracas, para “distraer a los portugueses que estaban con el ojo sobre él, y al mismo tiempo emplear a sus compañeros en algo”, según lo manifestara expresamente en unos apuntes suyos….”
“…..La historia de la dinámica travesía de aquel pequeño grupo de iluminados de la Libertad o la Muerte, es conocida por todos. Desde ese momento Lavalleja no es solo el conductor de la lucha libertadora, sino también el organizador del ejército, en su faz estructural, disciplinaria y funcional.
Las gloriosas etapas de la marcha resplandecen los nombres de San Salvador, Santo Domingo, Soriano, Monzón –donde se incorpora a las fuerzas de la patria Fructuoso Rivera -, San José, Canelones y el sitio de Montevideo. Establecido el Gobierno Provisorio en la villa de San Fernando de la Florida el 14 de Junio, días antes de proclamar la Sala de Representantes la Independencia provisional Juan Antonio Lavalleja es nombrado Brigadier General y Comandante en Jefe del Ejército de la Provincia Oriental.
Poco después, Rincón de Haedo y Sarandí, donde Rivera y Lavalleja rubrican con la decisión de las armas la de los asambleístas de la Florida, en tanto que Leonardo Olivera subraya el año de gloria con la toma de la Fortaleza de Santa Teresa, el 31 de diciembre de 1825, año de la Patria, año de Lavalleja.
Después del momento en que el gobierno bonaerense decide reincorporar la Provincia Oriental a las Provincias Unidas, Lavalleja debe reconocer como su jefe superior del ejército republicano al Gral. Martín Rodríguez. Actúa entonces con sensatez, “con calada grandeza de ánimo”, como lo requerían las circunstancias, en cuanto a sus diferencias de criterio con el jefe del ejército de observación….”
“…..En la batalla de Ituzaingó actúa temerariamente, desbordante de coraje, y tiene nuevas discrepancias, esta vez con el Gral. Carlos María de Alvear.
En ese mismo año de 1827 es nombrado general en jefe del ejército republicano.
Y como en la Sala de Representantes de la Provincia Oriental prevalecían las ideas reaccionarias de los partidarios de la política unitaria de Bernardino Rivadavia después de su caída, a solicitud de la mayoría de los comandantes de los departamentos del interior Lavalleja tomó la decisión el 12 de octubre de 1827, de disolver la Sala de Representantes y de decretar el cese del gobernador delegado Joaquín Suárez.
Restablecido en su cargo de Gobernador de la Provincia Oriental, podo después, en diciembre de ese año, delegará a Luis Eduardo Pérez el mando político, para proseguir las operaciones militares contra el Brasil.
Desde su campamento en Cerro Largo actuará con prudencia en las trabajosas negociaciones de paz, para lograr el reconocimiento de la Independencia Oriental.
A raíz de un enfrentamiento con el Gral. Fructuoso Rivera –que en 1826 se había retirado del movimiento revolucionario para reanudar en 1828 sus campañas militares con la hazaña de la conquista de las Misiones Orientales-, la Asamblea Constituyente lo sustituye por José Rondeau, que asume el cargo de gobernador provisorio.
Ante el alejamiento de Rondeau, Lavalleja es designado, en Abril de 1830, gobernador y capitán general del estado naciente. Tiene que hacer frente al motín de Rivera, pero arriba a un acuerdo en momentos en que llegaba a Montevideo, desde Río de Janeiro, la noticia de la aprobación de la Constitución Oriental.
El 18 de Julio de ese año, desde los balcones del Cabildo montevideano, presidirá la solemne ceremonia del juramento del ejército y del pueblo en la Plaza Matriz. Culminaba así su lucha heroica iniciada como legionario artiguista en 1811.
Los infelices levantamientos de Lavalleja en 1832 y 1834, fueron impulsados por lograr una mejor organización del Estado. Sus derrotas le ocasionaron su expatriación a Río Grande y la pérdida de su grado militar y de sus bienes, que le fueron confiscados.
Cuando Fructuoso Rivera inicia un movimiento insurreccional contra el presidente Oribe, éste invita a Lavalleja a apoyar su gobierno y le restituye su antiguo grado de brigadier general.

Lavalleja por 1835. Pintura de jean Philippe Goulú

El 5 de agosto de 1836 retorna a Uruguay y al mes siguiente, el 19 de setiembre, comparte el triunfo de Carpintería, bajo las órdenes del Gral. Ignacio Oribe. Cuando Oribe renuncia a la presidencia, Lavalleja regresa nuevamente a la Argentina, luego de entregar la plaza de Paysandú que comandaba.
Regresará nuevamente en 1839 como jefe oriental principal en el ejército comandado por el general Pascual Echagüe y será de los derrotados en Cagancha. Sirviendo a sus órdenes se encuentra en el combate de San Cristóbal, en 1840 contra las fuerzas del Gral. Lavalle.
Luego de haber residido en la provincia de Entre Ríos y en Colonia, en tiempos del Sitio Grande llega, en octubre de 1845, al campamento del Cerrito.
Finalizada la Guerra Grande se le confió la Comandancia Militar de los departamentos de Cerro Largo, Minas y Maldonado y en febrero de 1852 se le nombró comandante general de la 2ª sección militar territorial.
En 1852 integró El triunvirato de Gobierno pero ni un mes siquiera desempeño el alto cargo de triunviro, que compartía con Fructuoso Rivera y Venancio Flores, pues falleció repentinamente en la Casa de Gobierno (El Fuerte, hoy Plaza Zabala), pasadas las quince horas de la tarde del 22 de Octubre de 1853….”
Lavalleja en 1853. Única Fotografía.

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